«Todavía no sé lo que voy a hacer», reflexionaba Sergi Darder tras finalizar el pasado curso, con el Espanyol habiendo certificado su descenso a Segunda división. Era la segunda vez que el balear perdía la categoría con el club blanquiazul, un golpe duro tras una campaña en la que había renovado su contrato hasta 2026 tras varias promesas que finalmente fueron incumplidas.
El final de la historia ya lo conocemos: firma por el RCD Mallorca, club en el que en alguna ocasión había dicho que quería jugar antes de retirarse, tras pagar la entidad balear al Espanyol ocho millones de euros más dos en variables, una cifra alejada de los 15 de su cláusula de rescisión. Darder, que había recibido el interés de varios clubes (incluido el de un FC Barcelona que él mismo rechazó para no herir sensibilidades) se decantó por el equipo de su tierra, con el que llegó a un acuerdo hace días.
A su llegada a Mallorca, Darder dijo estar cumpliendo «un sueño» y, más tarde, declaró a los medios oficiales del club que «llevaba mucho tiempo queriendo volver a un lugar en el que desde pequeño había soñado jugar. Hacía muchos años que estaba en el mismo club y había momentos en los que necesitaba un cambio», unas declaraciones que no son de buen recibo entre una afición perica que hasta hace poco le idolatraba.
La relación entre Sergi Darder y el Espanyol podía haber sido idílica, pero el descenso y su salida lo han enturbiado todo. El capitán blanquiazul, que estuvo en el club en dos etapas, ha pasado de todo en la entidad, hasta ser el abanderado e ídolo de una afición que se siente traicionada con su marcha.
Llegó con 13 años a la extinta Residencia de Gran de Gràcia de la mano de Josep Manel Casanova, pero a la hora de dar el salto al fútbol profesional tuvo que buscarse la vida lejos del Espanyol. Se marchó al Málaga CF, donde demostró que tenía sitio en la élite, y el Olimpique de Lyon le permitió jugar la Champions League. Pero su corazón era blanquiazul, y cuando le llegó el interés del Espanyol no dudó en hacer todo lo posible para volver a ser perico. Corría la temporada 2017-18.
Seis campañas, dos descensos, un ascenso, la disputa de una Europa League, múltiples posiciones hasta encontrar su lugar ideal en el terreno de juego, crisis personales, ayuda psicológica, varios compañeros de nivel que acabaron marchándose, una palabra mágica como ‘Darderismo’ y una cinta de capitán después, la relación de amor entre Sergi Darder y Espanyol ha llegado a su fin. El de Artà deja el club tras 245 partidos a sus espaldas en los que ha anotado 25 goles y ha dado el mismo número de asistencias. El ‘Darderismo’, bandera del club en los últimos cinco años, se ha desvanecido.
Las rupturas nunca son fáciles y siempre son dolorosas, y eso es lo mismo que sucede con la marcha de Sergi Darder, que con 29 años seguirá en Primera división con el RCD Mallorca después de aceptar una rebaja sustancial de su sueldo con tal de estar en su casa. Se marcha el capitán del barco, un símbolo de un Espanyol que queda con la sensación de estar huérfano de líderes sobre el césped.