El RCD Espanyol Femenino se fue de vacío de Tajonar por un penalti polémico. En el minuto 90 de partido, la colegiada Beatriz Arregui Gamir pitó la pena máxima en contra de las pericas por una posible mano de Carol Marín. El lanzamiento lo detuvo a la primera Romane Salvador. Sin embargo, la árbitra decidió que se volviera a lanzar el penalti porque la guardameta blanquiazul se movió de la línea.
Esta decisión no sentó bien a las jugadoras del Espanyol Femenino que fueron a hablar con Arregui Gamir en la repetición del penalti. La colegiada fue a hablar con una de sus linieres y sin escuchar a las blanquiazules ordenó repetir la pena máxima. Además, Júlia Guerra vio la cartulina amarilla en el minuto de la acción por «realizar observaciones de carácter técnico a una de mis decisiones». Así lo redacto la árbitra en el acta del partido.
Cabe recordar que Beatriz Arregui Gamir, del comité vasco, es una árbitra que que ha descendido de Primera división después de estar arbitrando en la máxima categoría durante seis temporadas. En la campaña 2017-2018 ascendió a la máxima categoría del fútbol femenino coincidiendo cuando se decidió que la Liga F fuera dirigida únicamente por árbitras.
1 comentario
El problema és que estem tan acostumats als arbitratges en contra que ja els hem normalitzat a tots els nostres equips.
Qui no recorda el gol anulat injustament per Iturralde (ara “comentarista~que~da~lecciones~de~todo) al camp de l’Osasuna amb el qual ens haguéssim classificat per Champions (la competició equivalent, vaja, que això era el 2005)?
L’únic aspecte positiu és que aquí sí que hi ha igualtat entre homes i dones:
ens put-gen igual a l’equip femení que el masculí.