23 de agosto de 2005. Esa fecha es una de las más importantes en la vida de Luis García Fernández, exjugador, exentrenador e icono del Espanyol. Ese día, el de la presentación del asturiano como futbolista blanquiazul, empezó una historia de amor que nunca va a tener fin, a pesar de las dos marchas del ovetense.
«Ayer, hoy y siempre ‘Lo mejor de Barcelona es ser del Espanyol. Gracias infinitas pericos. Siempre seré uno de los vuestros», ha escrito Luis García en las redes sociales, en un mensaje de despedida tras su destitución como entrenador después de 26 encuentros entre Primera y Segunda división. El asturiano ha vuelto a dar, en sus días más complicados, un claro ejemplo de amor al club al facilitar el traspaso de poderes a Luis Miguel Ramis. El Espanyol por encima de todo, algo que ha repetido una y otra vez en rueda de prensa.
«Nos ha puesto todas las facilidades y nos está ayudando», explicó Fran Garagarza sobre la predisposición «para enmarcar» de Luis García. «Le agradezco que se haya puesto a disposición del club para ayudar al cuerpo técnico que viniera», dijo el nuevo entrenador del Espanyol, Luis Miguel Ramis. En uno de sus días más dolorosos, Luis García respondió como un caballero. Como lo que es, como un auténtico perico.
Fijo en los encuentros del Espanyol B desde pretemporada, extrañó no verlo en el palco durante el encuentro del filial ante el Valencia Mestalla. Con la mosca tras la oreja, acabaron de saltar las alarmas. Pero Luis García, que nos rompió con sus lágrimas tras perder la final de Glasgow y en el recibiemiento a los subcampeones de esa UEFA volvió a mostrar que el amor que siente por el Espanyol es inmortal.
Un sentimiento que antes incluso de nacer podía haberse no cumplido, cuando como jugador del Real Murcia mandó un balón al larguero que pudo haber descendido al Espanyol en la campaña 2003-04, o cuando se negoció por activa y por pasiva con Javier Saviola antes de la llegada del ovetense. Pero por lo que fuera, ese 23 de agosto de 2005 un joven Luis García empezó a enamorarse del Espanyol. Y desde entonces, a pesar de golpes tan duros como el de su detsitución, este amor no ha hecho más que crecer.
1 comentario
«Luis García y el amor a un club, a un escudo y a unos colores»
Pero me temo que con todo eso no es suficiente.