Hace unas semanas entrevistamos a Álvaro Aguado para nuestra edición de papel. Ahora que el centrocampista ha firmado su mejor partido con el Espanyol queremos recordar algunos de los temas de los que hablamos en esa interesante entrevista con él. El jienense (1 de mayo 1996) ha llegado para reforzar la posición de organizador, pero hasta esta última jornada no había ofrecido su mejor nivel. A sus 27 años, acumula más de cien partidos en Segunda división. Aguado destaca por su personalidad y carácter, pero sobre todo por el trato que tiene del balón. En una intensa charla con ‘El 1900’, a finales de octubre, se mostró ambicioso al apuntar que “lo mejor está por llegar” por lo que no quiere marcarse un techo.
-El objetivo del Espanyol es el ascenso. ¿Y el de Álvaro?
Hemos de ir con toda la humildad del mundo, pero también teniendo claro que somos el Espanyol y hemos de pelear por ascender sí o sí. Todo lo que no sea subir no entra en nuestras cabezas. Mi objetivo, evidentemente, va acorde con el del club. Subir a Primera jugando cuantos más minutos mejor. Quiero ayudar a ascender. Siempre he sido un jugador diesel. Voy de menos a más por lo que mi mejor versión está por llegar.
-¿Cómo es el Álvaro Aguado futbolista?
Soy un jugador al que le gusta tener el balón y sacarlo jugado, algo en lo que Luis nos está insistiendo. Y cuando no tenemos la pelota soy uno más apretando y presionando para recuperarla lo antes posible para volver a tenerla y organizar el juego con tal de salir al ataque.
-Por tus características y posición en el campo, la afición puede compararte con Sergi Darder. ¿Puede pesarte esa responsabilidad?
Para nada. Al final, Sergi Darder es Sergi Darder y Álvaro Aguado es Álvaro Aguado. Yo he venido a hacer mi trabajo para ayudar a conseguir el objetivo. Es cierto que jugamos en la misma posición y nos podemos parecer, pero no me comparo con él. Mi intención es ofrecer mi mejor versión para que todos estén contentos con mi juego.
-¿En quién se mira Álvaro Aguado?
Siempre me he fijado en jugadores de mi posición y desde pequeño siempre me han gustado Luka Modric y Éver Banega.
-Ya estás asentado en Barcelona y has encontrado piso, lo que te dará tranquilidad después de un verano difícil, ¿no?
Correcto. No fueron días sencillos. Estar sin equipo es difícil para cualquier jugador. En mi caso fue por algo positivo. Tenía varias opciones de equipos que estaban interesados. El Valladolid me ofreció renovar pero, aunque lo valoramos, tenía claro que mi etapa allí se había acabado. Estaba buscando un club con un objetivo que me ilusionara. Pese a tener bastantes propuestas, el verano fue pasando y no cerramos ninguna opción. El fútbol es complicado y las negociaciones no siempre salen como esperas. Ha sido un verano complicado, pero con final feliz, ya que estoy donde quiero estar.
-¿Cuándo se produjo el primer contacto con el Espanyol?
Estuve casi todo el verano negociando con Fran y el Espanyol. Hasta el día que decidí venir tuve la opción de jugar en Primera. Tenía otra oferta encima de la mesa. Esto lo aclaro porque Álvaro Aguado no está en el Espanyol porque ningún equipo de Primera lo quiso al final. No acepté una oferta de un Primera porque no quise. Buscaba jugar en Primera, pero no solo quería eso, también valoraba algo estable desde el punto de vista deportivo, económico, familiar… Y todo esto me lo daban aquí.
-¿Cuesta jugar con la presión de ser el favorito y tener que ganar siempre?
El objetivo del club, por plantilla, institución y afición, es ascender. Y no hay que esconderlo. No podemos olvidar que somos el Espanyol, un histórico de LaLiga que por circunstancias está jugando en Segunda, pero hemos de salir con la máxima humildad posible. La Segunda no es fácil.
-¿Está caro jugar en este Espanyol?
Sí. Estamos hablando de un equipazo con 24 o 25 jugadores en la plantilla más los jóvenes del filial. Hay poca diferencia entre el que juega y el que no. Tenemos una competencia muy sana y esto hace que el grupo crezca. Nadie se puede relajar.
-Ya sabes lo que es ascender a Primera, ¿cuáles han de ser las claves?
Los momentos malos. En los buenos todo es fácil, pero en los complicados, aunque sigas haciendo lo mismo, a veces las cosas no salen. Es allí cuando hay que estar preparados e ir todos a una, ya que de esta manera puedes acortar esos pequeños baches que casi todos tenemos durante una temporada. Hemos de mantener la cabeza fría y los pies en el suelo durante toda la temporada. Todos tenemos claro que nadie asciende en febrero, sino en mayo o junio.
-Tu carrera no ha sido fácil. ¿Has pasado por momentos complicados?
Claro. Pero creo que todo lo que he vivido ha merecido la pena para poder estar ahora aquí. No tengo ninguna Champions, ni Liga ni Copa del Rey, pero soy un privilegiado. Desde pequeño amaba el fútbol y tenía el sueño de llegar a ser futbolista y poder vivir de ello. Por suerte, lo llevo haciendo desde los 16 años.
-¿Qué enseñanza te ha dejado el fútbol después de estos años?
Muchas. Pero, sobre todo, que no hay que rendirse nunca. Cada entrenador es un mundo. Mi padre me dijo de pequeño que fuera una esponja con todos los entrenadores, personas… Escucharlo todo y quedarme con lo positivo para que me ayudara a crecer.
-¿Qué consejo le darías a los jugadores que salen cedidos?
En el momento que has de irte no es fácil, pero con el tiempo suele ser positivo. Yo salí cedido y jugué cinco partidos, al año siguiente más o menos igual… En esos momentos podía pensar que lo estaba haciendo mal, pero en el fútbol hay muchos factores que no puedes controlar. A estos jóvenes les diría que se centren en lo que pueden controlar, que no vale la pena perder energía con lo que no depende de ti, ya que te agota mentalmente. Y si la cabeza no va, las piernas no funcionan bien.
-¿Alguien te dijo alguna vez eso de quítate el fútbol de la cabeza o no estás del todo preparado?
Sí, incluso personas allegadas que no te lo dicen con maldad, sino como un consejo. Te ven sufriendo y creen que no vas a llegar. De pequeño, un profesor me dijo que dejara el fútbol y que me dedicara a estudiar; gracias a Dios no le hice demasiado caso y seguí con el fútbol. Nada ni nadie me iba a quitar mi sueño de ser futbolista. Confío mucho en mí. Sé lo que valgo y lo que hago para conseguir mi objetivo. Desde pequeño tuve la personalidad para seguir martillo pilón con lo que yo sé hacer.
-¿En qué equipo ha madurado más Álvaro Aguado?
No creo que me pueda quedar con un solo momento. El primer batacazo me lo lleve al salir de casa con 16 años. Me fui jugándolo todo, siendo el niño bonito de Jaén… y cuando llegué a Villarreal vi una dificultad enorme. Había muchos jugadores con un gran talento y no estaba preparado para no jugar. No lo entendía. Ese primer año en Villarreal fue muy duro. Descubrí algo que no conocía, la suplencia. Me la encontré de golpe. Creo que ese contratiempo me vino muy bien a una edad tan temprana para que empezar a valorar las cosas y madurar. Después he tenido otros: cuando me rompí la clavícula o entrenadores que no confiaban en ti.
-La carrera de Álvaro Aguado está muy relacionada con dos exjugadores del Espanyol. Uno es Pacheta, ¿disfrutaste con él en el Valladolid?
Muchísimo. Creo que es la mejor persona con la que me he cruzado en mi vida. Es un entrenador que antepone la persona al fútbol y eso dice mucho de él. Con él tengo una anécdota.
-Cuéntame…
El primer día de pretemporada me cogió y me dijo, con toda la sinceridad del mundo, que no contaba conmigo, pero que me dejaba entrenar con el grupo hasta que encontrara una salida. Con el paso de las semanas le fui convenciendo y acabé jugando mucho. Hay gente que dice que Pacheta me dio la oportunidad. Pero es mentira. Fue muy franco conmigo y no me engañó, a las tres semanas me dijo que había cambiado de opinión. Eso solo lo hacen las grandes personas.
-Muchos dicen que es más que un entrenador…
Lo primero de todo, que no se nos olvide, es que es un gran entrenador. Después está lo buena persona que es. No solo hablo por mí, que acabé jugando mucho con él, sino también por cómo trataba a los que no jugaban
-El otro que, por desgracia, ya no está con nosotros es José Antonio Reyes. ¿Qué significó para ti coincidir con él en el Córdoba y qué relación teníais?
Fue un hermano mayor. Cuando Reyes llegó al Córdoba, yo apenas llevaba unas semanas en el primer equipo. Acababa de subir del filial. A la semana se me acercó en el vestuario y se sentó a mi lado tras un entrenamiento. Yo era muy tímido y me empezó a preguntar por mi familia, si tenía chica… Me invitó a comer a su casa. Que alguien con su trayectoria se me acercara a hablar y dar consejos es de admirar. Me hacía estar a gusto fuera del campo y eso después lo trasladaba en el terreno de juego, ya que, si era feliz fuera, a la hora de jugar estaba con confianza para demostrar mi fútbol. Compartir campo y vestuario con él es algo que me llevo para toda la vida.
-Te ganaba con muy poco…
Con todo lo que había ganado era un tío muy sencillo. Mi madre una vez me pasó una foto de una carpeta que yo tenía de pequeño, con fotos de jugadores, y estaba Reyes. Con los años subí al primer equipo del Córdoba y se me acercó alguien que había ganado tantos títulos. Nunca se me olvidará que es el jugador del mundo que tiene más Europa League. Eso me lo dejó muy claro (risas). Siempre le estaré agradecido a él y su familia.
-Se dice que la mejor edad para un futbolista son los 27 o 28 años, y en mayo cumpliste los 27. ¿Lo mejor está por llegar?
Eso espero. Cuando tenía 20 años no lo entendía. Ahora sí, aunque no sé el porqué. Noto que sé mucho más, que estoy mejor asentado en el fútbol y que he aprendido de los errores del pasado. Estoy muy contento de estar en aquí con la edad que tengo porque sé que queda Álvaro Aguado para rato en el Espanyol.
-Me dices que hay Álvaro Águado para rato, pero solo has firmado por dos años…
Sí, este fue por uno de los motivos por los que también me decidí a venir al Espanyol. Son dos años, pero si las cosas se hacen bien, siempre habrá tiempo para que nos sentemos a hablar. No me gusta firmar contratos largos, sino ganármelo en el campo y así se lo transmití a los dirigentes del club.