Carlos Meléndez (Bilbao, 26 de enero de 1957) las vio de todos los colores durante los seis años que estuvo en el Espanyol. Tuvo que vivir a la sombra de un intocable Tommy N’Kono, pero siempre que tuvo que sustituir al internacional camerunés dejó grandes sensaciones. Fue protagonista en dos partidos de la UEFA del 88’ y, sobre todo, en esa inolvidable tanda de penaltis en la promoción contra el Málaga en junio de 1990. En medio de la eliminatoria contra el Sporting de Gijón, el portero atendió a los compañeros de Llobregat Bib, en una entrevista en la que ‘El 1900’ participó.
-¿Sigues notando el cariño de los pericos?
Hace tiempo que no voy a Barcelona, pero cuando acudo a algún evento o al club me han trasladado su cariño. La gente se acuerda de mí.
-¿Qué te pasó por la cabeza cuando en los penaltis de Málaga viste que iba a chutar Jaro –el portero rival–?
Era un momento muy complicado. Si marcaba nos íbamos para casa con el deber no hecho. No sé si pretendió ser el héroe. Intentó ajustar demasiado y el balón se le fue fuera. Luego empezamos la tanda de eliminación, yo le paré a Villa su disparo y Albesa remató la tanda. Marcó el gol que nos devolvió a Primera.
-¿Es cierto que ese día jugaste con un dedo roto?
No, lo que si es verdad es que tenía una costilla fisurada. Me lo hice en el entrenamiento previo en una mala caída. Jugué anestesiado, con infiltraciones en la zona costal. Lo del dedo fue que durante el partido en un despeje de puños tuve una fractura de una falange; es la última del dedo pequeño derecho y no tengo flexión.
-¿Cómo recuerdas el penalti que le adivinas a Villa?
Francis, que había jugado con él en el Cádiz, me dijo que tenía la costumbre de tirarlo a ese lado. Nos la jugamos y acertamos. Es cierto que, visto ahora el penalti, con el VAR actual se hubiera repetido, ya que hice unos cuantos pasos adelante. Tras pararlo, tenía mucha confianza en Albert. Era una persona muy tranquila que no expresaba nervios.
-Aquella campaña en Segunda no fue fácil…
Fue una temporada extraña. Empezamos con Benet Joanet y a mitad de temporada las cosas no iban bien. Nos reunió y nos dijo que no se sentía capacitado para llevar la nave adelante y lo dejaba. Entró Juanjo Díaz, un hombre de la casa, y, poco a poco, conseguimos situarnos arriba y jugar esa promoción. Fue convulsa porque los planes no salieron bien desde el principio.
-¿Cómo se prepara mentalmente un jugador que está jugando muy poco para estar al cien por cien el día que tiene que salir?
Siempre he trabajado como si fuera a jugar el domingo. Mi mentalidad y forma de entrenar siempre ha sido la misma; estar siempre a disposición para cuando me necesiten. Quizás es un tema más mental que físico.
-¿Cuál crees que ha sido tu mejor partido con el Espanyol?
Es difícil. Tengo varios buenos en la segunda vuelta del año del ascenso. Recuerdo el partido ante el Racing, que lo pasamos fatal al final, y en un remate a bocajarro hice una parada de muchos reflejos. Esa la tengo bastante gravada, pero en general me quedaría con todos los que jugué con el Espanyol, desde el primero que jugué contra el Mallorca. Por importancia, si he de decir uno, el de la promoción.
¿Te retiraste con la espina de no haber podido ser titular en algún equipo?
Sí. Antes los clubs tenían un derecho de retención sobre los jugadores. Aumentándote el diez por ciento de la ficha te renovaban automáticamente, tu no eras libre para buscarte algo. Tuve oportunidades para ir a algún club de Primera, pero por lo que tengo entendido, el Athletic pidió un dinero que los demás no estaban dispuestos a pagar.