La semana pasada pedíamos que ningún carné de socio se quedara en casa. Estos días me gustaría seguir insistiendo en la misma idea, ya que ante el Sporting de Gijón unos 6.000 se quedaron en algunos hogares pericos. Ahora también quiero animar a que estos carnés, y todas las entradas vendidas, entren lo antes posible al Stage Front Stadium. En la previa se ha de empezar a ganar el partido que nos ha de llevar a Primera. Me gustaría que cuando el equipo salte a calentar, el templo perico ya luzca sus mejores galas.
Desde que hace más de 25 años me dedico al periodismo deportivo, lo que más echo de menos es no poder asistir como aficionado a los partidos del Espanyol. Y la mayoría de mis mejores recuerdos están en muchos momentos previos al inicio del juego y en todos me visualizo dentro del campo. Nunca olvidaré cuando en el Gol Sur de Sarrià quería entrar lo antes posible al campo para coger el mejor sitio, ya que antes las localidades no estaban numeradas como ahora, y las barandillas cotizaban al alza. Y esta prisa por entrar hizo que, sobre todo en las eliminatorias de la UEFA del 88, una hora antes de que el colegiado señalara el inicio del partido, Sarrià ya fuera un auténtico infierno para el rival. Cánticos, banderas y bufandas al viento, e incluso esas bengalas que ya hace tiempo desaparecieron de los estadios de fútbol. Se creaba un clima que difícilmente se puede explicar con palabras. Había que vivirlo para entenderlo.
Las eliminatorias ante el Brujas y la final ante el Bayer Leverkusen son dos claros ejemplos a tener muy en cuenta de cara al partido de este domingo ante el Oviedo. Cuando los jugadores salían a calentar, las gradas ya presentaban un gran aspecto; en esos momentos se empezaba a gestar la jugada del primer gol. La afición era más que nunca el jugador número 12. En esos dos partidos, Sarrià estaba lleno hasta la bandera y todos luchábamos, cada uno a su manera, por el triunfo de la ilusión. Ahora necesitamos un triunfo, primero para vivir, ya que no subir lo complicaría todo mucho, y después para volvernos a ilusionar.
En esta verbena de Sant Joan jugamos todos. Y todos nos jugamos mucho, y juntos ganaremos. Estamos ante uno de los momentos más importantes de nuestra historia por todo lo que comportaría no subir. Por eso toca demostrar quienes somos más que nunca. Es un partido para creer, donde, seguramente, tocará sufrir en algunos momentos. Solo necesitamos una victoria más para regresar al lugar del que nunca debimos caernos. Hacedlo por vosotros, pero también por todos nosotros. Tenemos una misión: ganar y subir. Y lo vamos a conseguir.