La vida de Marash Kumbulla sufrió un antes y un después de su grave lesión de ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha. Durante los meses que estuvo inactivo, se le echaba el mundo encima porque nunca había estado parado tanto tiempo. Al tener que pasar la parte dura del fútbol, el albanés aprendió a vivir la vida desde otra perspectiva y afrontar las situaciones con optimismo. Ahora en el Espanyol está volviendo a disfrutar del fútbol comprometido al 100% con el club y el equipo.
«Caí un poco en depresión. De jugar con el balón pasé a las muletas. No podía ni caminar. Fue muy duro». Así explica Marash Kumbulla, en una entrevista en ‘El País’, cómo vivió el principio de su lesión. Ante esta situación, decidió buscar ayuda porque «soy controvertido y me guardo siempre las cosas, pero necesitaba hablar con alguien, con un psicólogo que pudiera escucharme y aconsejarme». Aunque, la historia del central del Espanyol no se entiende sin retroceder a sus inicios.
Con 24 años, el padre del internacional albanés tuvo que hacer un viaje forzado en barco desde Albania a Italia, cerca del Lago di Grada: «Se marchó solo, alejándose del comunismo y buscando una vida digna», recuerda el ‘4’ perico que además cuenta que «comenzó a trabajar de albañil y cuando reunió dinero, se juntó con mi madre. Luego, nacimos mis hermanos y yo; somos una familia muy unida”. A los 19 años, Marash Kumbulla empezó en el mundo del fútbol profesional, en el Hallas Verona, y después de alguna temporada compró un hotel (K Modern) para que lo llevaran su padre, Lin, junto a su hermano, Giuliano, y para que su madre, Mimosa, siguiera con su pasión entre fogones para dar desayunos.
A nivel de selección, el ‘4’ blanquiazul tuvo que elegir entre Albania e Italia. Desde los 14 años defiende a la selección balcánica, pero recuerda que «Italia me buscó con 18 años, pero mi elección fue jugar con el país de mi familia porque el albanés es muy patriótico». Después llegó la AS Roma y pagó 30 millones de euros: «Sentí orgullo porque son muchos millones, ¿no? Aunque no pensaba en eso ni en mi salario, sino en jugar», explica. Además, añade que «allí descubrí que ya no bastaba con sudar la camiseta, que la exigencia pasaba por ganar siempre, cosa que no ocurría en el Verona».
El regreso de Marash Kumbulla
Durante los meses de su lesión, Marash Kumbulla solo pensaba en volver más fuerte. «Me enseñó a pensar en positivo, a disfrutar de otras cosas que no fueran el fútbol». También buscaba disfrutar algo que si ha podido hacer en el Espanyol. Intocable para Manolo González es el segundo jugador de campo con más minutos: 2.796 minutos -solo le supera Omar El Hilali con 2.896′-.
«Me seduce la manera de pensar de LaLiga. En Italia, puedes hacer todo bien y encajar un gol, que entonces la puntuación será muy mala. Aquí la gente entiende que se puede fallar, no es tan opresiva. Además, hay más visión ofensiva que defensiva», comenta el central perico que deja claro que «un defensa tiene que defender, si luego tiene buena salida de balón, goles, pues mejor».
Con Giorgio Chiellini como referente, Marash Kumbulla destaca que en el Espanyol «he mejorado la visión de juego, leer las situaciones y salida de balón. También a defender a gente técnicamente más fuerte». Ante el FC Barcelona el central albanés tendrá una prueba exigente y con la permanencia en juego señala que «es un derbi y la gente me dice que vamos a ganar. Puede, ya lo hicimos contra el Real Madrid».