Estamos de enhorabuena. Ciento veinticuatro años dando guerra. Y los que nos quedan. Si alguien les hubiera dicho a los fundadores que el club iba a sobrevivir tanto tiempo, y que los dueños serían una multinacional china, hubieran alucinado. Pero así es. El club ha evolucionado con los tiempos y ya formamos parte de la globalización. Pero el alma del Espanyol no es el capital, en este caso proveniente de Asia, sino los miles de corazones que disfrutan y sufren cada vez que el balón rueda y once jugadores defienden a nuestro escudo. Porque, con nuestros aciertos y fallos, lo mejor del Mágico es la afición.
Por esta razón hemos de aprovechar todas las características positivas de nuestra afición para soñar con un club mejor. Sesenta años pueden parecer muchos, pero fueron los que pasaron desde que conseguimos nuestra segunda Copa (1940) hasta la tercera (2000). En la vida de un club tan arraigado en su gente como el Espanyol, seis décadas no es nada. Si vamos avanzando, si vamos mejorando, si nuestra gente va comprobando como poco a poco vamos a más, el camino se nos hará llevadero y al final conseguiremos nuestro objetivo. Ahora no estamos viviendo una buena etapa, con dos descensos en pocos años y luchando para evitar perder la categoría. Sin duda, merecemos más, y hemos de exigir que el Espanyol no se convierta en un club ascensor.
Nunca hemos sido un equipo que sube y baja continuamente, no en vano somos el séptimo en la clasificación histórica. Llevamos 1.000 victorias en Primera: muchos equipos que ahora mismo parece que están a años luz de nosotros, como el Betis o el Villarreal, están muy lejos de esta cifra. Hemos de apoyar al club, pero también exigirle al consejo de administración que se deje de miserias y sea ambicioso. Sin derrochar, pero sin racanear. Muchos estaremos en la lucha para empujar al Espanyol para que sea cada día mejor. Y ojalá cada día seamos más. De ti depende. De todos nosotros depende. Pero recordad que el mal no está solo fuera de nuestras murallas, y no debemos culpar al poderoso rival azulgrana de nuestros males. También tenemos defectos, y tenemos que corregirlos. Solo así podremos cumplir nuestros sueños.