Todos los esfuerzos del Espanyol en la presente temporada están centrados en conseguir la permanencia. Seguir un año más en Primera división es el gran objetivo por dos razones: la primera porque otro descenso sería un varapalo tremendo a la ya de por sí maltrecha situación económica del club. Y la segunda, por la confección de la plantilla, ya que debido al bajo presupuesto y la nula inversión en fichajes, Manolo González cuenta con un equipo al que solo se le puede pedir que luche y consiga la salvación. Pero hay otra competición en la que la ilusión debe imponerse y puede servir tanto para desconectar como para impulsar a los futbolistas en las obligaciones de LaLiga: la Copa del Rey.
Esta semana que viene se disputa la primera eliminatoria de la Copa. El Espanyol se enfrentará, este jueves 31 de octubre, al San Tirso en un partido que servirá para hacer rotaciones y ver a varios canteranos que están destacando en el filial espanyolista. Y, obviamente, con la victoria como único resultado admisible dada la enorme diferencia de categoría entre ambos equipos. Será el primer paso del conjunto blanquiazul en esta competición que tantas alegrías ha dado al espanyolismo a lo largo de la historia, pero que en los últimos años no ha sabido y, en algunos casos, ni ha querido competir como es debido.
Ya sea por centrarse en conseguir la permanencia en Primera o el ascenso, en las últimas temporadas parecía que la Copa del Rey molestaba. Al menos, en un sector de la afición perica y, vistas las decisiones de algunos entrenadores, también dentro del mismo club. Espero que este año todo sea diferente. A nadie se le escapa que lo más relevante del curso es lograr la salvación en Liga, pero es importante competir siempre y la Copa es un torneo que puede ofrecer muchas oportunidades y, sobre todo, divertir e ilusionar.
Y es que avanzar rondas es una sensación muy satisfactoria. Con el actual formato (eliminatoria única salvo las semifinales), no hay excusas sobre el posible desgaste que provocaría progresar en Copa. La única obligación es afrontarla con exigencia y llegar lo más lejos posible. No “tirarla” o dejarse ir como ha sucedido en los últimos años. Confío en la mentalidad competitiva de Manolo González para que cambien las cosas. En la vida no todo son obligaciones (seguir en Primera) y la ilusión (Copa del Rey) puede ayudar al Espanyol a conseguir su objetivo prioritario.