El Espanyol cierra uno de los peores años de su historia. El 2023 será un año para el olvido y, esperamos, para aprender de los errores. Tras vivir un descenso en la 2019-20 y recuperar la categoría perdida al año siguiente, en este tiempo ha quedado claro que el club no tomó nota de lo que había hecho mal con anterioridad. Se repitieron los errores y al final se ha acabado pagando muy caro.
El espanyolismo celebró el inicio de año con una sonrisa de oreja a oreja, ya que solo unas horas antes de las 12 campanadas se llevaba un empate en su visita en el Camp Nou. Un punto que en el inicio de 2023 tuvo continuidad con otro empate en Cornellà ante el Girona, y una victoria en el campo del Getafe (1-2) y otra en casa contra el Betis (1-0). Unos resultados que sirvieron para que el conjunto de Diego Martínez no cayera en puestos de descenso, ya que cerró la primera vuelta a un solo punto de ellos. La zona peligrosa de la tabla estaba muy apretada.
La cercanía de los puestos de descenso y la falta de suplentes de garantías en la plantilla propició que el club acudiera al mercado de invierno para reforzarse. Pierre-Gabriel, Denis Suárez, César Montes, José Gragera y Fernando Pacheco se incorporaron al equipo, aunque no fue suficiente para detener una caída que, jornada tras jornada, iba a más. El punto sobre nueve logrado entre finales de enero y la primera quincena de febrero encendió todas las alarmas, aunque dos triunfos consecutivos ante Elche, en el Martínez Valero, y en Cornellà ante el Mallorca calmaron un poco los ánimos del espanyolismo. Pero la preocupación y las dudas seguían muy presentes. Y con los malos resultados fueron a más. Todo estalló.
Diego Martínez, cesado
Cuatro derrotas consecutivas, la primera coincidiendo con el primer gran error arbitral contra el Espanyol –el penalti inexistente de Vinicius Souza a Santi Bueno– propiciaron la destitución de Diego Martínez. Lo que tenía que ser un proyecto ilusionante, en verano ya dio síntomas de que no iba por buen camino tras un mal mercado de fichajes que, tras su cierre, vivió un triste episodio ‘regalando’ a Raúl de Tomás al Rayo Vallecano. Con la derrota en Girona en la jornada 27, el Espanyol caía a puestos de descenso, en los que solo había estado en la jornada 16, pero ahora ya no consiguió abandonarlos en todo el campeonato.
En una decisión arriesgada, el club apostó por un ídolo del espanyolismo, aunque sin experiencia en los banquillos. Luís García daba el saltó más grande dado nunca por un técnico al llegar a Primera división desde un equipo de Tercera RFEF. Los inicios del ovetense no fueron sencillos y solo sumó un punto de los primeros 12 que disputó.
El Var se ceba con el Espanyol
En el primer partido de Luis García ya se vio la mano negra del VAR. Munuera Montero, a instancias del VAR, anuló un gol de Braithwaite por unas posibles manos de Joselu cuando este era agarrado por su marcador. En la jornada 32 llegó el primer triunfo con el nuevo técnico, que dejaba al equipo a solo dos puntos de la salvación y a cuatro de la posición 14 que ocupaba el Cádiz. Había esperanzas.
El Espanyol entraba en la recta final del campeonato con la necesidad de sumar de tres. Pero el no saber aguantar los marcadores a favor y las decisiones del VAR le acabaron condenando. En Sevilla y Villarreal fueron mandando en el marcador para acabar perdiendo en la recta final. Y el gol fantasma de Griezmann y toda la polémica arbitral en Mestalla le acabaron empujando a Segunda división.
Un verano movido
Tras consumarse el descenso, el club destituyó a Domingo Catoira como director deportivo y a los siguientes días se cedió a Joselu Mato, máximo goleador del equipo con 16 goles, al Real Madrid. Empezaba un verano caliente en el que se vivieron varios culebrones, ya que algunos de los jugadores que descendieron al equipo querían abandonar la nave.
A mediados de agosto, después de varias salidas, el Espanyol llegaba a un acuerdo con el Mallorca para el traspaso de Sergi Darder. El capitán, a sus 29 años, regresaba a su ciudad natal. Se iba a cambio de unos ocho millones de euros más dos en variables. El Espanyol perdía al que había sido el líder en el campo durante las últimas temporadas. Sobre el que giraba todo el juego. Pero esta no fue la última salida de un jugador importante. Tras el episodio de Braithwaite en Marbella, otros intentaron abandonar el barco, aunque solo lo logró César Montes en el último suspiro del mercado de fichajes. El mexicano, que no quería jugar en Segunda, fue traspasado al Almería por 12 millones de euros.
La dura Segunda división
Este curso, el Espanyol, a excepción de la primera jornada, siempre ha estado en los seis primeros clasificados, aunque cierra el 2023 en una situación que nadie esperaba. Tras empatar en Albacete, encadenó cuatro triunfos seguidos. Todos se las prometían felices, aunque las sensaciones no acabaran de acompañar. Y cuando fueron los resultados los que no llegaban, empezó la preocupación y el nerviosismo. Cuatro puntos de 15 precipitaron el cese de un Luis García que no acabó de conectar con Fran Garagarza.
La fragilidad defensiva y el no cerrar los partidos propiciaron que se perdieran puntos que estaban en el saco. Y algunas derrotas como las sufridas ante el Villarreal B, Leganés y Sporting hicieron mucho daño.
Ramis, al banquillo
La llegada de Ramis no está dando los resultados esperados. En su segundo y tercer partido, Ramis logró seis puntos que parecían recuperar la esperanza, pero no tuvieron continuidad. El Espanyol, que en la jornada 12 se quedó fuera de los puestos de ascenso directo, despide el 2023 situado en quinta posición a tres puntos del segundo clasificado, el sorprendente Racing de Ferrol de Cristóbal Parralo, y a cinco del líder Leganés. Las malas dinámicas de la mayoría de los equipos de la parte alta han impedido que esté más descolgado.
Los espanyolistas deberán reaccionar en la segunda vuelta, ya que, si suman los mismos puntos que en la primera, se quedarían con 68, una puntuación bastante alejada de los que se han necesitado en los últimos años para ascender.
Aparte del fracaso deportivo del 2023, el club también cerró el año económico con un mal balance, ya que presentó pérdidas de 22 millones de euros, con lo que la deuda actual del club ya asciende a los 67. Con estos números deportivos y económicos, al Espanyol solo le queda en este 2024 reaccionar o vender.