El Espanyol progresa adecuadamente. O al menos como en la mayoría de regresos a la máxima categoría y calca los resultados anteriores, una victoria, un empate y dos derrotas. Nunca el Espanyol ha descendido tras volver, aunque en algunos casos sí ha pasado apuros y en otros –sucedió con Camacho– se rozó la clasificación europea.
Las dos derrotas de entrada, que se dieron también en la temporada 1970-71, resultaron una losa pesada, pero tanto hace cincuenta años como ahora se solventó la papeleta. El Espanyol de Daucik perdió ante Sevilla (0-1) y Granada (1-0). “Ya vendrán los triunfos”, apuntaba el técnico. Como en la actual, en la tercera jornada, llegó el empate, fue ante la Real Sociedad (0-0) y un titular que les suena: “Siguen sin marcar goles”. Al rescate acudió un chaval de la cantera, Daniel Solsona, que logró el tanto de la victoria en El Molinón contra el Sporting (0-1). El joven delantero de 18 años se marchó por piernas de sus rivales y batió por bajo a Castro. El partido no estuvo exento de polémica cuando el árbitro Medina Díaz anuló un gol a los locales en el último minuto. Lluvia de almohadillas y agresión al colegiado por parte de un espectador indignado que saltó al campo.
La cuestión goleadora no estuvo en entredicho en las campañas en las que se repitió este arranque. El poder anotador del equipo de la 1963-64 se puso de manifiesto desde el primer momento. 4-4 contra el Levante en Sarrià y triunfo contundente ante el Athletic por 4-0 también en casa. Los desplazamientos ante el Oviedo y Elche finalizaron con derrota, 2-1 y 1-0.
En la 1990-91, el Espanyol cayó frente el Barcelona (0-1), empató en Castalia contra el Castellón (1-1) y vapuleó al Sevilla en Sarrià (4-0). “Furia goleadora”, relataban las crónicas de la época. El bajón vino en la siguiente jornada en Mallorca, donde encajó cuatro goles en veinte minutos.