Siempre se ha dicho el que fútbol es más que un juego de 90 minutos. Va más allá del balón, las estadísticas y los goles. Es un sentimiento. Identidad. Y el Espanyol es el vivo reflejo de esa forma de entender este deporte. En un mundo futbolístico cada vez más marcado por los intereses y menos por el romanticismo, el club blanquiazul sigue siendo una fortaleza de pasión por su escudo.
Con nueve incorporaciones hasta la fecha en este mercado de verano y con el primer amistoso de pretemporada ya disputado, la entidad blanquiazul no solo trabaja en el aspecto deportivo, sino que además cultiva algo más valioso: el sentimiento de pertenencia. En el Espanyol no solo se forjan futbolistas, también se defienden 125 años de historia y se transmite un legado que pasa de generación en generación, hasta convertirse en un amor indestructible.
Actualmente, ocho son los canteranos dirigidos por Manolo González que representan a la perfección ese espíritu: Javi Puado, por su fidelidad para poder convertirse en ´One Club Man´; Pol Lozano, con su crecimiento desde ´La21´. También, Omar El Hilali, gracias a su garra en cada acción; Rubén Sánchez, por su ilusión intacta; y Javi Hernández, con su magia en las botas. Por otro lado, Antoniu Roca, gracias a su velocidad; Jofre Carreras, por su insistencia; y Ángel Fortuño, con su trabajo a la sombra. Además, el Espanyol cuenta con uno de sus socios sobre el terreno de juego, el número 5.894, Ramon Terrats, que representa que los sueños, con constancia acompañada de esfuerzo, se hacen realidad.