La opinión de Toni Cosano:
Espanyol hace tiempo que carece de un proyecto serio y que deambula sin rumbo, improvisando sobre la marcha y jugando al filo de un peligroso precipicio. La composición de la plantilla la temporada pasada por parte de Catoira fue deficiente y el legado de Diego Martínez apenas dejó un discurso vacío, repetitivo y cansino. Esa falta de proyecto y los nervios, una vez más, de ver al equipo en las últimas posiciones de la tabla trajeron al banquillo del Espanyol a Luis García, un nombre que parecía predestinado a coger el timón del equipo desde su retirada del fútbol. Su campaña, totalmente lícita, y la campaña mediática de la mayoría de los medios de comunicación más próximos a la actualidad espanyolista, junto con el clamor popular de parte de la afición perica, precipitaron la llegada de Luis en una decisión que pareció mucho más populista que estudiada y consensuada siguiendo las pautas lógicas de un proyecto que busca perfiles determinados.
Luis no alcanzó a conseguir la permanencia la temporada pasada y el club decidió contratar a Fran Garagarza, una decisión que nuevamente dejaba entrever la falta de criterio y de rumbo en el Espanyol. Garagarza y Luis García son perfiles opuestos y tienen formas muy distintas de ver y entender el fútbol. Una combinación sin futuro, como el de esas parejas de conveniencia que desde un principio y desde una perspectiva externa se ve claramente que no van a durar en el tiempo. El golpe en la mesa de Garagarza dentro del vestuario tras el empate en Albacete en la primera jornada liguera es la primera gran muestra del futuro desencuentro, un desencuentro que seguramente Garagarza tuviera planificado.
Catorce jornadas ha durado la relación entre Garagarza y Luis, la niña bonita del vecindario perico. Y Garagarza ha optado por contratar a Ramis, su nueva pareja, con la que como sucede muchas veces en estas situaciones ya habría tenido algún escarceo desde hace un tiempo. Un Ramis, que no gusta tanto a la parroquia blanquiazul pero que sí es del agrado y del perfil del director deportivo. La pelota está ahora en el tejado de Garagarza y de su nueva pareja. Y el proyecto, deficiente aún, por lo menos tiene un director deportivo y un entrenador que ven el fútbol con los mismos ojos.
La primera misión de Ramis será adaptarse a la plantilla que tiene y sacar el máximo provecho de ella minimizando las carencias existentes y potenciando sus virtudes. El tarraconense deberá evaluar qué tiene y cómo jugar en base a eso. Seguramente, tirando del viejo manual del 4-4-2, con un bloque junto y compacto, una defensa sólida basada en conceptos básicos y simples y un ataque rápido y vertical como primera opción tras la recuperación de balón, protegiendo así a unos defensas que sufren en la creación del juego y que necesitan que les faciliten esa tarea. Huesca será el primer ensayo, donde veremos ya las primeras muestras del nuevo plan de acción que tiene entre manos la nueva pareja.