La victoria del Espanyol ante el Deportivo Alavés empezó con cambios de Manolo González en el once. Leandro Cabrera, recuperado de sus problemas físicos, entró en el equipo en lugar del lesionado Fernando Calero; Álvaro Tejero ingresó en el once en lugar de Brian Oliván; y el cambio que nos interesa en este caso, el de Álvaro Aguado en lugar de José Gragera. Por primera vez este curso, el asturiano comenzaba un encuentro desde el banquillo.
José Gragera no ha empezado la campaña bien, y Manolo González lo sabe. Pieza indispensable para el técnico lucense el pasado curso, no acaba de amoldarse al fútbol más rápido y físico de Primera división y su puesto en el centro del campo ante el cuadro ‘babazorro’ lo ocupó Alex Král, un futbolista con mejor toque de balón que el ex del Sporting de Gijón. Pese a ello, Gragera tuvo minutos: ingresó al tapete en el minuto 57 precisamente supliendo al futbolista que había entrado en el once en su lugar, el jienennse Álvaro Aguado. Ese tiempo sobre el verde le permitió cumplir 50 partidos oficiales con el Espanyol.
Pero la no entrada de José Gragera en el once es mucho más allá que una decisión táctica. Es un toque de atención, una perdida de galones, una llamada a la mejora de Manolo González. Su gran valedor, el que confiaba en él para poner cemento entre la defensa y el centro del campo, ha dejado de hacerlo, o al menos ya no lo hace tanto como anteriormente. Y es que los números de Gragera con el lucense son de una confianza ciega, ya que había sido titular con él en todos los encuentros en los que estuvo disponible: 17. Solo no lo ha sido en tres, y porque no estuvo por lesión: en los tres últimos encuentros de competición regular el pasado curso, tras caer lesionado en Valladolid.
Lo de José Gragera y Manolo González fue amor a primera vista. Con ninguno de los tres entrenadores anteriores que había tenido en el Espanyol (Diego Martínez, Luis García y Ramis) había tenido una continuidad tan arrastrada en el tiempo. Pero en el duelo ante el Deportivo Alavés, este romance se acabó. El míster necesita más de el asturiano, que debe dar un paso al frente con tal de que no se busque otra estrategia en la que él no entre en la ecuación.