Kike García se lo ha currado en el mundo del fútbol. La oportunidad de debutar en Primera división no le llegó hasta los 26 años cuando Fran Garagarza lo fichó para la SD Eibar después de que el delantero jugara una temporada en el Middlesbrought, club que lo fichó tras una gran campaña en Segunda en la que marcó 23 goles con el Real Murcia. No estuvo ni dos años en Inglaterra, pero en sus 18 meses en la Championship, segunda categoría del fútbol inglés, el atacante disputó 75 partidos, en los que marcó 16 goles.
Un jugador que prioriza el equipo
La humildad es una de las características de un Kike García que se considera un jugador “sacrificado, un trabajador de equipo”. En distintas ocasiones ha dejado claro que cuando se va de un equipo quiere que le recuerden, independientemente de cómo le hayan salido las cosas, que es un jugador que “no me guardo nada. Mi día a día es igual cuando marco gol y cuando no. Me dejo la vida por el equipo, por mis compañeros, por el club, y eso no me va a faltar nunca”, manifestó en una entrevista a Marca.
El Espanyol acaba de fichar a un tío normal. A un delantero que no se le sube la fama a la cabeza y que no renuncia de sus raíces. Kike García, es un delantero que la próxima temporada podría alcanzar los 250 partidos en Primera que recoge aceitunas cuando va a su pueblo, Motilla del Palancar (Cuenca), y que juega a la petanca con sus amigos. Y así lo explicaba el pasado mes de setiembre en una entrevista para Relevo. Y es que para él es un orgullo seguir yendo a su puedo donde viven sus padres, hermanos y amigos.
Le gusta volver a Motilla de Palancar
Respecto a la recogida de aceitunas, manifestaba para Relevo que «a mi padre le gusta el campo. Somos una familia trabajadora. Desde niños mis hermanos han estado trabajando y no se nos caen los anillos. Siempre que voy lo hago encantado porque somos cinco hermanos y nos lo pasamos bien, no nos aburrimos. Para mí es un orgullo seguir yendo con mis padres y con mis hermanos a hacer esa labor».Cuando va a Motilla de Palancar no todo son las aceitunas, sino que también se le suele ver jugando a la petanca. «Me gusta estar con la gente que practica la petanca porque suele ser gente mayor. Da gusto estar con ellos. Cuando era niño los veía».
Pese a su veteranía, Kike sigue poniéndose nervioso y teniendo ese cosquilleo cada vez que salta a un terreno de juego. ‘El obrero del gol’, un apodo que le han puesto y que no le molesta, ya que considera que «soy un currante del fútbol y alguien que lo da todo. Me dejo la vida en el campo, lucho todos los balones…». Y añade. «Está claro que lo que más me gusta es hacer goles, pero yo soy de los que piensa que hay que hacer muchas cosas antes de llegar al gol. He estado en equipos en los que hay que hacer más cosas para cumplir los objetivos».
Si tuviera que definirse lo tiene muy claro: «Una estrella sabemos que no soy. Me definiría como un tío que se lo deja todo. Soy muy fiel a mis principios: darlo todo, pelear, ayudar a mis compañeros a estar en la zona gol, intentar marcar…»