100 días comandando el banquillo del Espanyol. Hoy, martes 13 de febrero, Luis Miguel Ramis llegará al centenario desde que fue anunciado como el nuevo entrenador del Espanyol el pasado 6 de noviembre. Tres meses y una semana que han dado para mucho. «En martes 13 ni te cases ni te embarques” es un refrán archiconocido en los países de habla hispana. El miedo a los martes o viernes que caen en este número es una superstición que algunos creen, otros ridiculizan y muchos simplemente ignoran. Sea lo que sea, la realidad dice que Ramis cumple 100 días en el banquillo del Espanyol en un martes 13.
Ramis llegó al Espanyol, tras las primeras 14 jornadas, con el equipo situado en quinta posición con 24 puntos a siete del líder Leganés, que había ganado recientemente en el Stage Front Stadium, y a tres de la segunda posición que ocupaba el Sporting de Gijón. Sin tiempo para poder realizar grandes cambios, el Espanyol no ofreció una buena imagen su estreno en El Alcoraz; solo logró un punto ante el Huesca, tras ver como Vilarrasa empataba en la recta final el gol de Puado. Las sensaciones no fueron positivas, pero había que dar tiempo, ya que el técnico acababa de llegar.
Reacción a medias
En las siguientes jornadas, el Espanyol sumó los seis puntos disputados jugando de local. Se impuso a Elche y Alcorcón en ambos casos por (2-0). Los jugadores dieron un paso al frente en cuanto a actitud e implicación. Volvía la esperanza. Los siete puntos logrados sobre los nueve primeros disputados con Ramis en el banquillo dejaban al Espanyol a un punto de ascenso directo y a cinco del líder. Pero a partir de este momento todo se empezó a torcer.
La salida a Oviedo, en el cuarto partido de Ramis, volvió a dejar una sensación muy pobre. En uno de los peores partidos del curso, los espanyolistas fueron bailados. La imagen estuvo más cerca de la del día del Huesca que la que ofreció en los dos triunfos en casa. Un mazazo que hizo mucho daño en el vestuario. Y las dudas se vieron una jornada después en el Stage Front Stadium ante el Real Zaragoza. El Espanyol, tras ser superado en el primer tiempo, mejoró en el segundo, pero cuando lo tenía todo a favor con ventaja en el marcador (1-0), se quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Calero. Al final se logró un empate. Y gracias. Segunda jornada sin ganar que tuvo continuidad durante tres más contra Andorra, Burgos en casa y Racing de Ferrol en la primera jornada de 2024. Las tablas en el Principado de Andorra y contra el equipo burgalés en Cornellà agravaron la herida.
Los cuatro puntos logrados sobre 15 encendieron todas las alarmas y la preocupación en un entorno. El ambiente empezaba a estar caliente y se empezó a comprobar en la jornada 23 contra el Villarreal B. Los blanquiazules, en una buena primera media hora, se adelantaron con dos goles de Martin Braithwaite, pero el miedo a perder les atenazó en el segundo tiempo. Se acabó sufriendo ante un equipo filial.
Protestas en casa
Con la primera victoria del año lograda con más sufrimiento del previsto, el Espanyol viajaba a Elda teniendo una buena oportunidad de romper con su mala racha a domicilio. Pero volvió a fallar. Y de que manera. Fue claramente superado y todo estalló. El encuentro ante el Levante era un todo o nada. Solo valía vencer para que la crisis deportiva no fuera a más. Se ganó con mucho sufrimiento. Ahora, tras la derrota en Santander, Ramis llegará a los cien días en el banquillo más cuestionado que nunca. La semana se presenta caliente.