Michel Pineda Ozaeta (Francia, 1964) llegó al Espanyol con solo 20 años tras despuntar en el Auxerre. En Sarrià creció como delantero y fue uno de los protagonistas de esa inolvidable UEFA del 88. Abrió el camino del sueño europeo con su gol en Moenchengladbach, sufrió un descenso a Segunda y ascendió en una promoción, tras una interminable tanda de penaltis en Málaga. Se convirtió en un héroe para la afición y villano por un día, durante la verbena de San Juan de 1993. Ese día defendiendo los colores del Racing de Santander marcó en Sarrià un gol que dejaba al Espanyol muy cerca de Segunda división. Ante la visita a El Sardinero, Pineda nos ha atendido desde Cambrils, donde reside desde la pandemia.
En junio se cumplirán 40 años desde que llegaste al Espanyol. ¿Cómo fue tu fichaje?
¡Cómo pasa el tiempo! Tenía 20 años recién cumplidos y recuerdo que Ramón Paris, un ojeador de aquella época, me vino a ver a Francia. Había leído en el Onze, una revista francesa, un reportaje sobre el Auxerre en el que decían que un joven delantero de origen español podía ser el futuro goleador del equipo. Se puso en contacto y me vino a ver dos veces. Ese verano acababa contrato con el Auxerre y fiché por el Espanyol.
-Pronto le diste la razón, ya que en tu primer año en el Espanyol marcaste 14 goles…
La idea inicial era hacer la pretemporada y salir cedido, pero marqué varios goles durante el verano y Azkargorta decidió que me quedara.
-¿Por qué Michel Pineda, siendo importante en el equipo, no siguió en el Espanyol?
No hubo mucho interés por renovarme. Yo llevaba mucho tiempo, con momentos complicados como el descenso a Segunda. Además, al ser capitán te sentías más responsable de lo que pasaba. El último año hasta que lograr el ascenso fue durísimo.
-Eres una leyenda del Espanyol, pero por un día fuiste villano en Sarrià. ¿Cómo recuerdas ese gol que nos envió a Segunda?
Cuando nos tocó el Espanyol en el sorteo no paré de pensar las vueltas que da la vida. Volver a Sarrià con otra camiseta fue raro. Y marcar todavía más. El hecho de subir con el Racing, pero ver bajar al Espanyol fue duro para mí. Hacía poco que había descendido y sabía lo duro que iba a ser para esos jugadores, algunos excompañeros míos. Tenía la alegría de haber logrado el ascenso y haber hecho mi trabajo como profesional, pero la tristeza por ver sufrir al Espanyol.
-La típica pregunta de si celebrarías un gol ante tu exequipo, allí estaba clara, ¿no?
Sí. En Santander se me criticó por no celebrar el gol. De cara al partido de vuelta decían, si mete un gol lo celebrará. Cada uno tiene unos sentimientos. Yo decía que puedo querer mucho al Racing, pero en el Espanyol pasé seis años de mi vida con un ambiente espectacular y gente maravillosa.
*Este sábado, 10 de febrero, podrás leer toda la entrevista entera en nuestra edición de papel