Estuvo con ganas el poco tiempo que pudo disfrutar sobre el terreno de juego. No es para menos. Pere Milla volvió a jugar unos minutos con la camiseta del Espanyol. En concreto siete, los que fueron desde que ingresó al verde en sustitución de Javi Puado en el 87′ hasta el pitido de Cuadra Fernández que dictaminaba el final del choque contra el Athletic Club, en el 94′.
Enganchado en banda izquierda, Pere Milla tuvo tiempo de tocar el cuero en un par de ocasiones y combinar con Antoniu Roca. No siempre salió bien, per la intención del ilerdense estuvo. Quiere demostrar que es un jugador recuperable para la causa y, como la que tuvo Álvaro Aguado en el Reale Arena, espera poder tener su oportunidad más pronto que tarde. Porque en siete minutos apenas le dio tiempo a nada.
Pere Milla disputó sus primeros minutos en este 2025. No jugaba desde hacía ocho jornadas, cuando disputó los últimos 16 minutos del empate sin goles en casa ante CA Osasuna. Es más, solo ha jugado 221 minutos en nueve encuentros ligueros esta campaña y únicamente ha sido titular un duelo, el de la primera jornada contra el Real Valladolid. En Copa del Rey, minutos en ambos encuentros y solo ante el San Tirso SD fue de la partida.
El descenso a los infiernos de Pere Milla es claro. Fue el primer fichaje de la pasada campaña, pagando el Espanyol al Elche CF tres millones de euros. Su inicio no pudo ser mejor, puesto que en la primera pelota que tocó se estrenó como goleador, en un duelo en el que también asistió. Pero con la llegada de Manolo González al banquillo perico, el zurdo vio mermada su participación… hasta que en la recta final de la campaña fue recuperado para la causa como novedoso carrilero zurdo. Incluso en el duelo clave por el ascenso ante el Real Oviedo fue asistente en uno de los dos goles.
Pero esta campaña ha vuelto al ostracismo. El míster no lo tiene como un jugador importante y cuando ha entrado al campo apenas ha aportado. Pero lo cierto es que, aunque sea pocos minutos, Pere Milla volvió a competir. Y quién sabe si a salir de un túnel oscuro de partidos en el banquillo o, en el mejor de los casos, calentando para luego no saltar al verde.