Vaya por delante que la nueva equipación de este año me encanta, ya que uno es un carrozón que despertó en el sentimiento blanquiazul en esos años en los que la Massana era nuestra segunda piel, así que no puedo más que aplaudir el diseño, aunque solo porque me trae los gratos recuerdos de la juventud. Vale que hay que mirar siempre hacia adelante, e innovar, pero nunca está de más – de vez en cuando – el recordar de dónde venimos, y reivindicar nuestras raíces.
El Espanyol de los 80 era un club más potente deportivamente y socialmente más débil. Era un equipo que hacía sufrir más al Barça en los derbis (cuatro victorias, cinco empates y unas cuantas derrotas por la mínima), que quedaba en mitad de la tabla y que solo sufrió de verdad en la Liga en la temporada de la final de Leverkusen y la posterior que significó el descenso. En la actualidad, y hasta ver cómo funciona el nuevo equipo de Manolo y Garagarza, nos hemos convertido en un equipo ascensor, recordemos los dos descensos y cómo nos salvamos este año en la última jornada.
En los 80 teníamos menos socios y algunos de nuestros seguidores se escondían bien dentro de un armario para evitarse problemas. Ahora no es así, el sentimiento perico, el orgullo de mostrar la camiseta y presumir de ser del Espanyol, está mucho más extendido. Hemos perdido todos los complejos y nos reivindicamos más. Socialmente hemos dado un gran salto adelante, y no pasamos ni una ofensa, lo que nos ha hecho más fuertes. Nos hemos acostumbrado al desprecio de los medios de comunicación y nos hemos dotado de una más que razonable pericosfera mediática.
No se trata de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque tampoco es cierto, porque tenemos un gran futuro si aprovechamos nuestra potencialidad. Pero de la misma manera que la Massana roja con la banda blanquiazul se ha convertido en un emblema para muchos aficionados, no está de más recordar una camiseta que, para muchos, significó su despertar perico y, para otros, es un símbolo de la historia de un club que lleva 125 años dando guerra por los terrenos de juego.