Me cuesta mucho entender que el Espanyol esté como está, en Segunda división y haciendo partidos impropios jornada tras jornada. Ya no hablo como perico, sino como aficionado al fútbol en general. Que un equipo en una gran ciudad como Barcelona, con uno de los mejores estadios de España y una afición sumamente fiel vaya dando pena cada semana es intrigante. El Espanyol debería ser una suerte de Atlético de Madrid o Manchester City en sus inicios, esos equipos que miran al grande de la ciudad, le muerden y llegan en determinado momento a incluso estar a su altura y mirarle a la cara.
Pero no es así. Pensábamos que lo podría ser cuando Chen Yansheng compró el club, se hizo con la mayoría de acciones que todos los pericos vendimos de buen grado (entre los que me incluyo, no me escondo) y nos prometió Champions League en tres años; la realidad ha sido bien distinta. En ocho años se ha convertido en el primer presidente de la historia con el que el Espanyol ha descendido dos veces a Segunda división. Dejó pasar la oportunidad cuando nos metimos en Europa y lo estamos pagando muy caro.
Más allá de polémicas arbitrales que colaboraron para el último descenso (aunque el propio Espanyol, con una campaña nefasta, se puso al borde del precipicio), el club lleva desangrándose desde el día después de ganar a la Real Sociedad y certificar su última participación europea. Se desintegró el último gran equipo que recordamos y desde entonces todo son desgracias, aunque para los Mao Ye y compañía todo esté bien. Tienen al club secuestrado y no lo liberan; juegan a escuchar ofertas, pero no venden.
Parecía que la llegada de Fran Garagarza ponía las cosas en orden tras años de hacerlo todo al revés. Todos pensábamos que llegaba al fin un profesional del fútbol, de esos que han hecho méritos para llegar donde están y no otros que miran por sus propios intereses y, si queda tiempo, después por el Espanyol. Algunos de estos siguen en el club, por cierto. Pero nada de eso: si se fijan, los refuerzos de verano apenas han aportado y Chen Yansheng le ha cortado el grifo. Tiró por la borda a Luis García y puso a su entrenador, Luis Miguel Ramis, al que la situación le va muy grande. ¿Nos podemos comparar a Albacete Balompié y CD Tenerife? Un servidor pensaba que no, pero por el camino que vamos cada día nos parecemos más a ellos.
Decisiones. Tomen decisiones. Un club como el Espanyol, con 123 años de historia, no puede ir arrastrando el escudo por todos los campos de Segunda división. Duele en el alma y parece que a ustedes, los que mandan, les da igual. Porque a lo largo de los años que llevan en la entidad han dejado al club en manos de malos profesionales, interesados o que no dan la talla. Y aquí tienen el resultado.
Que destituyan a un entrenador nunca son buenas noticias. Que lo hagan con dos en una misma temporada, menos aún. Pero más vale hacerlo a tiempo, que no hacerlo y no poner solución, ya que te juegas no lograr el único objetivo de la campaña: volver a Primera división. Porque ahora mismo es el único remedio posible para que el Espanyol no se hunda en la miseria y no se convierta en un Real Zaragoza, un Racing de Santander o multitud de equipos que han caído en desgracia tras no subir a la primera.
Señores, el Espanyol se nos muere y nosotros no podemos hacer más que denunciarlo: pongan medidas para que no suceda. Y la primera creo que está muy clara: un cambio en el banquillo. Aunque no creo que sea la única, ya que el equipo está completamente ‘out’. Pero también les digo que si hay que morir o no lograr el objetivo, prefiero que sea con los míos, con los que sienten el escudo, que con aquellos que están en el Espanyol para disfrutar del clima mediterráneo de Barcelona mientras se embolsan unos cuantos millones de euros.