Más allá de sus cualidades como futbolista, si de algo puede presumir Salvi Sánchez, último fichaje del Espanyol, es de su experiencia, especialmente en el fútbol modesto. A sus 32 años, el extremo gaditano acumula una dilatada experiencia en las tres primeras categorías del fútbol nacional. Se trata de un jugador que ha vivido la cara más amable y también las más amarga del deporte rey y que llega al Espanyol en un momento de madurez que puede aportar muchas cosas en la ‘batalla’ de la Segunda división. Sin ir más lejos, no hay que olvidar que de momento -y a pocos días del cierre del mercado-, Salvi es el jugador más veterano de la plantilla dirigida por Luis García.
Formado en las categorías inferiores del Atlético Sanluqueño -y con un paso también por la cantera del Sevilla-, Salvi debutó con el primer equipo del club de Sanlúcar de Barrameda, su lugar de nacimiento, con 16 años. Su ídolo deportivo siempre ha sido otro jugador de su tierra, Joaquín Sánchez, aunque también siente admiración por David Villa.
En el Atlético Sanluqueño vivió de primera mano los problemas económicos que sufrió esta entidad y que desembocaron en el descenso. Además, la plantilla pasó meses sin cobrar. “Fueron tiempo muy difíciles. La gente que tenía niños lo pasó muy mal”, aseguraba hace algunos años en una entrevista a los medios oficiales del Cádiz. En esos años también vivió la cara más modesta del fútbol, cuando tuvo que compaginar los entrenamientos y partidos con su trabajo de albañil. “Me planteé muchas veces dejar el fútbol”, reconocía, pero no lo hizo por su hijo recién nacido: “Fue el único que me dio fuerza para seguir”. Salvi es un hombre muy familiar. Un ejemplo de ello es que lleva en las espinilleras imágenes de sus hijos y de su familia.
En esta etapa en Segunda B, también pasó un año en el Villanovense, etapa de la que guarda un grato recuerdo. “Era una pequeña familia, una familia de locos. Íbamos siempre a competir. Con Julio Cobos -el técnico de aquel equipo- aprendí muchas cosas”. La espina clavada que le quedó de aquella etapa fue el play-off de ascenso, cuando cayeron en primera ronda contra el Bilbao Athletic.
Luego llegaría el Cádiz y la etapa más prolífica en su carrera deportiva. Fueron siete temporadas en las que pasó de Segunda B a Primera. “No hay nada más bonito que ver al equipo de tu tierra en Primera división”, explicó el pasado mes de febrero en una entrevista en la Cadena SER. Una etapa que estuvo marcada por la figura de Álvaro Cervera. “Me ha enseñado a ser mejor persona, compañero y amigo. Estoy muy orgulloso de que haya formado parte de mi carrera profesional”, comentó sobre la influencia del técnico. De hecho, su etapa en el conjunto gaditano se cerró en el verano de 2022, justo después de la marcha de Cervera y la llegada de Sergio González.
Una despedida que para Salvi fue “un poco dolorosa”, como reconoció en su día. Sin embargo, sus buenos años en Mirandilla le permitieron encontrar acomodo en otro equipo de Primera división, el Rayo Vallecano. Aquí, en cambio, no encontró la regularidad que necesitaba tras haber sufrido un par de lesiones musculares en el primer tramo del curso. Ahora, con el inicio una nueva etapa en el Espanyol, da un aparente paso atrás, bajando una categoría, aunque está convencido de que aquí encontrará de nuevo su mejor versión. El objetivo es volver a Primera de la mano del club perico.